Existe un vínculo bien establecido entre ciertos virus y un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Por ejemplo, se sabe que el virus del papiloma humano (VPH) causa cáncer de cuello uterino, así como varios otros tipos de cáncer, como el cáncer de cabeza y cuello [1]. De manera similar, los virus de la hepatitis B y C están asociados con el cáncer de hígado, y el virus de Epstein-Barr (EBV) está asociado con varios tipos de cáncer, incluidos el linfoma de Burkitt, el linfoma de Hodgkin y el carcinoma nasofaríngeo [2].
Los mecanismos exactos por los cuales los virus pueden causar cáncer no se comprenden completamente, pero se cree que pueden interferir con el funcionamiento normal de las células de varias maneras. Por ejemplo, algunos virus pueden insertar su propio ADN en el ADN de las células infectadas, interrumpiendo el funcionamiento normal de los genes y potencialmente provocando un crecimiento celular descontrolado y cáncer [3]. En otros casos, la infección viral puede debilitar el sistema inmunitario, lo que permite que las células cancerosas crezcan y se propaguen más fácilmente [4].
Es importante tener en cuenta que no todas las personas infectadas con un virus que causa cáncer desarrollarán cáncer, y otros factores (como la genética y el estilo de vida) también pueden desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer. Sin embargo, hay vacunas disponibles para algunos de los virus que se sabe que causan cáncer, como el VPH y la hepatitis B, que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar estos tipos de cáncer [5][6].